Hace ya seis años grabé un documental, el único documental que he podido dirigir en mi vida; se llamaba Imagina Dormir en Casa y trataba sobre los niños saharauis. Cuatro años después de su estreno, el documental sigue vigente, pero con la amenaza cada vez más palpable de un conflicto armado.
Cuando rodé el documental, muchos de aquellos niños ya preconizaban una guerra, algo que no fue muy del agrado de los festivales europeos o estadounidenses, aunque sí que tuvo su éxito en Latinoamérica, África y Asia -¿por qué será?-. Ya entonces, cualquier saharaui con quien hablaras te comentaba su poca fe en la ONU para resolver el conflicto. Es más, los saharauis creían y creen tan poco en la ONU que en su momento negaron la intervención de ACNUR en la gestión de sus campamentos de refugiados. Resulta bastante curioso observar cómo los campamentos refugiados saharauis no sólo son uno de los mejores asentamientos que a este respecto existe en el mundo, sino que, además, ha sido reconocido como un Estado en sí. Algo que contrasta con los escándalos de corrupción, abusos sexuales y cesión de control a las mafias sobre algunos de los campamentos gestionados por ACNUR. Además, durante casi 40 años la ONU sólo ha tenido una demanda del pueblo saharaui: hacer un referéndum en los territorios ocupados para recuperar su legítimo país, ocupado por Marruecos de manera ilegal. Territorios que fueron invadidos, tras la cesión del país por parte de España, cuando debían haber sido descolonizados sin más.
En cualquier caso, es difícil pensar que el problema saharaui vaya a solucionarse mientras tengan amplios caladeros de pesca y minas que puedan ser explotadas por los países del primer mundo. Además, Marruecos no es Venezuela, pertenece al club de amigos de Estados Unidos, así que no importa si es una dictadura propia del medievo. De alguna manera, la represión y abusos de Marruecos defienden la democracia en el mundo -todo lo demás es estalinismo-.
La ONU podía haber hecho algo al respecto durante todo este largo tiempo, pero no deja de ser una institución que representa todo lo que el mundo es hoy, un tinglado al servicio de los poderosos. Como a lo largo del mundo, en la ONU trabajan montones de personas ultra-cualificadas, que dan lo mejor de sí, pero que no tienen ni voz ni voto, regidas por una minoría de clase social superior, que ni por asomo está tan preparada, que ha entrado a dedo, por deudas políticas, influencias familiares y todo tipo de cuestiones que poco tienen que ver con una selección transparente y meritoria. Allí se legitiman las agresiones de los poderosos y se desautoriza a los desfavorecidos, mientras la corrupción y los abusos suceden continuamente tras la apariencia de la diplomacia -esto en realidad daba para otro documental, otro que intenté hacer pero que a nadie le interesó producir-.
La verdad es que mi documental, el que presento aquí, no era tan ambicioso. Éste es un documental que transita por los campamentos saharauis y se interesa por la infancia, en cómo viven los niños, qué piensan sobre su situación y el futuro.
En fin, lo bien cierto es que grabar Imagina Dormir en Casa fue una experiencia inolvidable. Allí nos fuimos la que era mi novia entonces, otra buena amiga que me sigue instando a volver, y un servidor. Cada uno de nosotros puso una parte, ya fueran equipos, billetes de avión, dinero, regalos, etc. Ni que decir tiene que no sólo no ganamos dinero sino que, en realidad, nos lo gastamos -así es el mundo del documental de guerrilla-. En cualquier caso, en la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) nos recibieron con los brazos abiertos y, tengo que decir, que fue una de las mejores experiencias de mi vida. Es fácil llegar a conectar con la lucha que allí se da, pero aún es mucho mejor el sentido de la dignidad que el pueblo saharaui te logra transmitir. Allí comprendes que el orgullo, el honor, la lucha, son valores que hacen a las personas dignas, valores que en Occidente se han cambiado por la “felicidad idiota”, por la ingenuidad más absoluta y una total alergia a la realidad -no sea que me deprima después de haberme gastado un dineral en el psicólogo-. En Occidente proliferan las personas vacías obsesionadas con ser felices negando lo que significa la vida misma, mientras que en el Sahara hay personas que se sienten plenas, en medio del desierto, porque su vida significa algo.
El pueblo saharaui se puede definir como un pueblo noble, un pueblo hospitalario, rebelde, que cuenta con la sabiduría de los nómadas y los guerreros del desierto, es un pueblo que ha sabido educarse y evolucionar hacia un Estado ejemplar, reconocido por 82 países, entre los que NO se encuentra España.
No deberíamos olvidarnos de nuestra responsabilidad. Dejar morir al pueblo saharaui es dejar morir una parte importante de este mundo, una de las mejores. Espero que un día el pueblo saharaui consiga sus objetivos en paz, porque si algo tengo claro es que los saharauis son un pueblo valiente que se dejará doblegar. ¡Viva el Sahara libre!
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